sábado, 28 de mayo de 2011

Caminando por suelos mullidos


Un caso que me llamó mucho la atención cuando estudiaba era el de los Histosoles . Si en el artículo anterior veíamos los suelos más secos y deforestados que hay, ahora nos vamos al extremo opuesto, suelos con mucha materia orgánica y saturados de agua.

El prefijo histos- significa tejido. Son suelos orgánicos de altísimo contenido en carbono, también conocidos como turberas. Se caracterizan por tener un horizonte de materia orgánica formado por musgos del género Sphagnum, que es lo que forma la turba, el carbón en su estadío más primario de desarrollo. Las bacterias anaerobias degradan la materia orgánica y provocan la mineralización de la misma formando carbón, el cual recibe distintas denominaciones según la fase de desarrollo en que se encuentre: turba, lignito, hulla y antracita.

El caso que nos ocupa es el de la turba, que en base al grado de descomposición en que se encuentre la materia orgánica podemos distinguir tres tipos: fibrist, hemist y saprist, en orden de menor a mayor alteración. Las bajas temperaturas y la acidez del suelo son factores clave que ralentizan el proceso de degradación. El sustrato también es importante, ya que no es lo mismo descomponer fibras de pinos que de gramíneas o eucaliptos, helechos, etc. Según la vegetación del lugar habrá distintos tipos de fibras vegetales y por consiguiente su descomposición dará lugar a turbas distintas y también a tiempos diferentes de duración del proceso.

El efecto que se produce cuando se camina por las turberas, es el de una superficie mullida y encharcada, ya que a cada paso que se da sale agua del suelo, como cuando tenemos una esponja empapada y la apretamos para escurrirla. Son propios de áreas geográficas muy húmedas, en zonas de pantanos y lagunas.

Este artículo se complementa con el siguiente reportaje: